REVISTA
ESPAÑOLA DE Vol. 39, n.º 3, 2006 |
IN MEMORIAM
Julio Escalona Zapata nos abandonó el pasado 19 de Marzo.
Había nacido en Galicia en el año 1933. Aunque pronto la abandonó para venirse a Madrid, siempre conservó rasgos de la personalidad gallega y una profunda identidad con su Vigo natal.
Cursó sus estudios secundarios y la carrera de Medicina en Madrid, donde se licenció en 1957. De sus años en el Colegio Alemán conservó, además de otras muchas cosas, su afición por el fútbol, que practicaba casi todos los fines de semana durante toda su vida. En 1952, con 18 años y la asignatura de Histología ya superada, se incorporó al laboratorio de Don Fernando de Castro en el Instituto Cajal, donde se inició en las técnicas histológicas que llegó a dominar de forma magistral. Posteriormente fue nombrado por Don Fernando profesor ayudante de su Cátedra, cargo que desempeñó hasta1959. Entre 1959 y 1961 fue ayudante de Histología en el Hospital Clínico.
Al finalizar la carrera de Medicina efectuó estancias de investigación en 1959 en el Institut für Pathologie de la Universidad de Bonn, donde se instruyó en las técnicas de cultivos de tejidos, y ya más tarde, entre los años 1960 y 1965, en el Institut für Neuropathologie de la misma Universidad, donde trabajó junto a Jorge Cervós Navarro y Filippo Gulotta bajo la supervisión del Profesor Kersting. El paso por Alemania le aportó un alto nivel científico y un extremado rigor en la interpretación de los procesos patológicos.
En España trabajó de la mano de Don Manuel Pérez Lista, discípulo de Don Pío del Río Hortega y Jefe del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Provincial de Madrid, hoy Hospital General Universitario Gregorio Marañón. Tras la jubilación de Don Manuel, en 1971, Julio Escalona fue nombrado Jefe de ese Servicio, al que dotó de una organización moderna, con nuevos laboratorios y especialidades.
A su faceta asistencial, sumó la de docente como Profesor Titular de Anatomía Patológica en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. A lo largo de su vida tuvo a su lado a multitud de discípulos, tanto como alumnos de la Facultad de Medicina, cuanto como especialistas en formación en Anatomía Patológica.
Colaboró además con numerosos profesionales de su especialidad y de otras en trabajos multidisciplinarios que prodigó durante su vida. Su actividad en los distintos campos de la Anatomía Patológica fue extensa en publicaciones, reuniones y congresos.
De su trayectoria científica queremos destacar su dedicación a la neuropatología, y especialmente a la biología de los tumores cerebrales. A su regreso de Alemania, fue encargado por el Dr. Obrador del estudio de los tumores cerebrales del Servicio de Neurocirugía del Gran Hospital de la Beneficencia General del Estado, hoy Hospital de la Princesa. En su pequeño laboratorio de la planta 9.ª, a lo largo de más de una década, estudió una enorme cantidad de tumores aplicando los métodos argénticos de Río Hortega. Allí centró su interés científico en los astrocitos no tumorales incluidos en el seno de tumores gliales, lo que fue sujeto de su tesis doctoral (Universidad Complutense, 1963), que obtuvo el Premio Extraordinario de Doctorado en 1964. Fruto de esos trabajos fue también la obtención, en 1965, del Premio Ramón y Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
También dedicó atención especial a la estructura de los oligodendrogliomas, sobre los que cabe destacar su trabajo «Uncommon oligodendrogliomas» (1981), en el que describe las variantes de citoplasma denso y eosinófilo que, poco tiempo después, fueron caracterizadas como oligodendrogliomas transicionales gliofibrilares, o «minigemistocitomas» (Meneses y Kepes,1982, y Herpers y Budka, 1984), y como formas tumorales relacionadas con las células precursoras A2B5+ (Raff y cols., 1983).
Julio fue pionero en la introducción en España de las técnicas de cultivo de tejidos en el estudio de los tumores. A través del cultivo, escudriñó la biología de las células tumorales. Sus aportaciones utilizando esta tecnología abarcan no solo los tumores del sistema nervioso (astrocitomas, glioblastoma, oligodendroglioma y schwannoma), sino también tumores de naturaleza no nerviosa (liposarcoma, mesotelioma, sarcoma sinovial, fibrosarcoma, etc.). Su interés por el cultivo tisular le llevo a la implantación de la técnica del cultivo orgánico, tras una estancia con el Prof. Trump en Baltimore.
De su abundante producción científica, aparte de sus numerosas publicaciones en revistas y participaciones en congresos y reuniones, queremos destacar su libros dedicados a los tumores del Sistema Nervioso, sobre los que hizo numerosas y relevantes aportaciones: Atlas de Anatomía Patológica de los Tumores del Sistema Nervioso Central (Editorial Complutense, 1986), Tumores del Sistema Nervioso Central (Editorial Complutense, 1996), Diagnostic Neuropathology: Vols. I y II (Springer Verlag, Heidelberg, 1988, y Berlín, 1990, en colaboración con Julio H. García, Uriel Sandbank y Jorge Cervós-Navarro) y Prognostic Criteria of Brain Tumors (Editorial Complutense, 1999, en colaboración con Félix F. Cruz-Sánchez).
Tratando de retomar la tradición neurocientífica heredada de la escuela de Cajal, él fue el animador de la creación del Club Español de Neuropatología, como filial española de la International Society of Neuropathology. Con un grupo de entusiastas fundó el Club, en una reunión celebrada el 20 de mayo de 1978 en el Aula Cajal del Colegio de Médicos de Madrid. Julio fue el primer presidente durante dos mandatos, limite que permitían los estatutos. Allí echó a andar una asociación que desarrolló los estudios neuropatológicos que habían desaparecido en España después de la diáspora ocasionada por la Guerra Civil, ya que tras ésta se ocultó de la realidad científica de nuestro país a Tello, cruelmente desposeído de su cátedra y de la dirección del Instituto Cajal, a Fernando de Castro, depurado y sancionado, a los exiliados Del Río Hortega, Costero, Rodríguez Lafora y a tantos otros.
En sus últimos años, ya jubilado, aunque aún muy activo en investigación, dedicó buena parte de su tiempo a estudiar las principales figuras de la neuropatología española, como Cajal o Río Hortega, y a reconstruir la trayectoria histórica de la Anatomía Patológica madrileña.
Además de todos sus méritos profesionales y científicos, Julio exhibió unas extraordinarias cualidades humanas. Es difícil para quienes han convivido y colaborado con él durante años, separar su personalidad humana de la profesional. Julio Escalona fue una persona buena, optimista, jovial y confiada.
Siempre estuvo abierto a comunicar sus conocimientos, y a hacerlo de una forma amena e impregnando todos sus actos de cordialidad y generosidad. De hecho, todos los que le conocimos y compartimos con él la neuropatología, compartimos también su amistad.
Su desaparición supone la pérdida de una de las figuras más importantes de la patología española, y sobre todo la de una persona que dejó una profunda huella y ejemplo en todos los que tuvimos la suerte de conocerle, quererle y trabajar en algún momento con él.
Descanse en paz.
Emilio Alvarez Fernández (Patólogo, Madrid)
Gonzalo Miranda Nieves (Neuropatólogo, Sevilla)
José R. Ricoy Campo (Neuropatólogo, Madrid)