REVISTA
ESPAÑOLA DE Vol. 39, n.º 4, 2006 |
EDITORIAL
Elia Kazan, en 1963, nos deleitaba con una magnífica película América América, que significa el sueño americano para los europeos, asiáticos, latinoamericanos, en resumidas cuentas para todo el mundo. El sueño americano o lo que es lo mismo, el triunfo en una sociedad cada vez más tecnificada. No pretendo hablar de cine, aunque sea un tema interesante, tampoco de la tecnocracia, quiero hablar de la Patología, de su presente y de su futuro, pero he considerado que es un buen inicio al tema el título y el argumento de la mencionada película. Lo habitual es que cuando se piensa en América, se suele hacer enfocando hacia el norte, la rica, la próspera, la industrializada, la América que da oportunidad a todos los que llegan con ganas de prosperar (que así es en muchos casos, aunque no siempre). Pero, existe una gran América que empieza del río grande hacia el sur, es nuestra Latinoamérica, cada vez más pujante y de una importancia incuestionable en el futuro mundial. Latinoamérica que ha acogido a tantos y tantos españoles que se han desplazado a ella por diversas causas y entre ellos a bastantes patólogos, que no nombraré para no cometer el error de olvidarme de algún nombre. Esta América tiene mucho más en común con nosotros, lo seguirá teniendo en este mundo tan globalizado y creo merece mayor atención por nuestra parte.
En la anterior editorial, su autor, José Ignacio López, en su peculiar y magnífica visión del futuro y presente de nuestra especialidad, hacía una similitud a la fórmula 1, que de tan rabiosa actualidad está en nuestro país (mucho tendría que cambiar todo para que la Patología estuviera a su nivel, aunque puede que solo se necesitara de un campeón). En el mencionado escrito realiza un símil muy acertado, irónico y finalizaba con la siguiente frase: «Dicen que el caucho viene de Hispanoamérica. Lo vamos a ver». Estoy en total acuerdo con esta aseveración y creo que cuando nos llegue «el caucho» nosotros habremos contribuido en su calidad.
La Patología –Anatomía Patológica– ha experimentado y está experimentando grandes cambios en los últimos años. De ello, todos los patólogos somos conscientes y estamos convencidos que aún se van a producir muchos más cambios. Otra cosa es si estamos preparados y queremos ser los protagonistas. Silenciosamente se han ido introduciendo en nuestros laboratorios una serie de instrumentos y múltiples técnicas con las que podemos precisar más los diagnósticos. Esta es una necesidad para nuestros pacientes que tienen a su alcance un amplio arsenal de dianas terapéuticas que les llevarán a un mejor pronóstico de su enfermedad. De ello se desprende que no debemos dejar perder ni un ápice la capacidad de diagnóstico que está y debe estar en nuestras manos, con ello conseguiremos que la Patología sea el eje, que todos queremos que sea, dentro del contexto de la medicina. Todo ello ha llevado a que los patólogos españoles hayamos alcanzado un alto nivel. Además, los patólogos y las patólogas, hemos demostrado la gran capacidad que tenemos para la imaginación, debe ser debido a que tomamos la medicina más como arte y no tanto como ciencia. Las muchas horas de inmersión en el microscopio buscando en el mundo celular o subcelular hace abrir los caminos que tiene el cerebro para la imaginación. Esta imaginación es la que no nos puede faltar para posicionarnos ante nuestro futuro y el futuro puede ser oscuro si las cosas siguen como van.
Pero volviendo al tema principal del presente escrito, Latinoamérica. Hace unos años algunos patólogos españoles con muchos años de microscopio y en consecuencia mucha imaginación, tuvieron la clara visión que la relación con los patólogos de Latinoamérica debería ser más estrecha y que a la larga sería una muy buena inversión. Nombres como H. Oliva, A. Llombart, F. Nogales, J. Regadera, J. Saenz de Santamaría, M. García-Rojo, F. Conde, entre otros, iniciaron una estrecha relación participando en congresos, impartiendo cursos, seminarios, simposiums, colaborando en foros de diagnóstico, etc. Con ello consiguieron varios objetivos, entre ellos estrechar amistades, intercambiar conocimientos, pero sobre todo formar a gente joven con ganas de saber más sobre patología. Indudablemente, no solo patólogos de nuestro país, sino también muchos patólogos salidos de Latinoamérica y que han ido a la América del río grande para arriba, que no son pocos los que desarrollan una excelente labor profesional en EE.UU. (se dice que la patología americana habla español), han sido partícipes de esta labor docente. Todo ello unido al potencial de universalización de conocimientos que nos da la informática, hace que la globalización intelectual sea más asequible para estar al día en los múltiples aspectos de la patología.
Además, fruto de este acercamiento, es cada vez más frecuente la presencia de patólogos españoles en cursos realizados en los diferentes países de Latinoamérica, incluido Brasil. También formado parte como miembros activos de congresos nacionales, congresos centroamericanos, congresos latinoamericanos. Como ejemplo la nutrida participación en el último congreso centroamericano celebrado en Honduras. Amén de las numerosas colaboraciones en proyectos científicos, publicaciones, comunicaciones, participación en foros de diagnóstico o de telepatología, en la realización de tesis doctorales, en los intercambios o las estancias en nuestros servicios, laboratorios o cátedras de patólogos jóvenes y no tan jóvenes, que desde los diferentes países latinoamericanos vienen a aprender y a perfeccionarse en técnicas punteras de la patología. Podemos pensar que todo esto es como una globalización del conocimiento, pero creo que sería mejor denominarlo «la universalización del conocimiento», para no caer en una palabra potencialmente despectiva.
Efectivamente, cuando venga el «caucho» a rellenar los huecos producidos por las inminentes jubilaciones y que por falta de patólogos españoles no se puedan cubrir, no nos importará si se rellenan con patólogos latinoamericanos, esto será consecuencia de la universalización del conocimiento. Y pensar que los patólogos españoles habremos contribuido, en cierta medida, a que el material que nos llegue sea de óptima calidad.
Emillio Mayayo Artal